Técnicas de ilustración naturalista:Mapeo
- Francisco
- 5 dic 2018
- 2 Min. de lectura
Frecuentemente las personas tratan de dibujar “de golpe” un objeto complicado, perdiendo las proporciones generales, llegando a resultados poco naturales. Esta tendencia puede explicarse porque, en vez de observar el sujeto y reproducir su forma, tendemos a idealizar y conceptualizar los objetos, y dibujarlos “de memoria” aún cuando estamos frente al objeto real. No dibujamos esa hoja que está frente a nosotros, sino la idea que tenemos de una hoja en nuestra mente.
Olvidarnos momentáneamente de las preconcepciones al momento de dibujar, y lograr reproducir en dos dimensiones un objeto tridimensional complejo puede simplificarse notablemente si ocupamos una técnica que llamo mapeo.

Supongamos que queremos dibujar una concha marina (en este caso un caracol del género Conus). Es un objeto tridimensional relativamente simple, por lo que podemos caer en la tentación de dibujar “de memoria”. Sin embargo, observando detenidamente, podemos identificar una serie de rasgos morfológicos (hitos) que pueden ser mapeados, incluso si no conocemos el nombre técnico de cada una.
En primer lugar, identificamos el eje mayor, es decir, la distancia entre los puntos más distantes del objeto. Ya tenemos nuestros primeros dos hitos (los extremos del eje de la concha), que podemos posicionar en nuestra hoja de trabajo.

Luego buscamos los siguientes puntos más distantes entre sí (en este caso, el ancho máximo de la concha). Una vez que tenemos estos 4 puntos, medimos la distancias entre los puntos, triangulando las distancias (entre A-B, A-C, C-D, A-D, etc.) y corrigiendo las posiciones en nuestro mapa de puntos. Seguimos identificado cualquier rasgo en nuestro objeto que pueda servirnos como referencia para trazar el mapa de hitos morfológicos, midiendo la distancia de este punto respecto a otros puntos conocidos y ya mapeados, tantas veces como sea posible.
Mediante este proceso iterativo, logramos lentamente generar una nube de puntos que refleja la forma general del objeto; cuanto más puntos tengamos y más triangulaciones entre sí tengamos, más exacto quedará nuestro dibujo.

Una vez que tenemos el mapa de hitos, podemos marcarlo en tinta. Vamos uniendo dichos puntos con la forma general real del objeto, tal como lo hacíamos cuando niños con los dibujos de puntos numerados, agregando los detalles que no fueron mapeados.
El boceto resultante puede ser ejecutado en grafito, y así corregido todo lo que se necesario. Mediante un papel diamante puede ser copiado y traspasado al soporte definitivo.

El mapeo es una técnica que a primera vista parece tediosa, pero ahorra mucho trabajo a la hora de ejecutar bocetos fidedignos, y tiene la ventaja de que mediante las mediciones, podemos escalar nuestro trabajo con precisión a las dimensiones que queramos.
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